Los últimos años han impuesto una serie de retos a los sistemas educativos globales, y Chile no ha sido la excepción. La irrupción de la pandemia del COVID-19 en 2020 puso a prueba la resiliencia de las comunidades educativas, desde el Ministerio de Educación hasta cada aula del país. No obstante, si bien la emergencia sanitaria parece haber llegado a su fin, aún persisten desafíos que demandan atención y acción inmediata. Este artículo explora no solo las lecciones aprendidas durante los días más oscuros de la pandemia, sino también cómo esas experiencias nos siguen impactando hoy.
El salto hacia la educación en línea fue, sin dudas, uno de los aspectos más llamativos del periodo pandémico. Docentes, estudiantes y padres de familia, cada uno desde su propia trinchera, tuvieron que adaptarse a una modalidad prácticamente desconocida para muchos. Aunque en un principio las plataformas digitales parecían la solución perfecta, rápidamente se visibilizaron las brechas de acceso a la tecnología y al internet de calidad. Esa desigualdad en el acceso generó discusiones profundas sobre la equidad en la educación chilena.
Fundación Chile, siempre a la vanguardia en innovación educativa, ha señalado la necesidad urgente de cerrar estas brechas tecnológicas. Esto no solo implica la entrega de herramientas digitales, sino también capacitar tanto a estudiantes como a profesores para hacer un uso eficaz de estas. La apuesta por la formación integral se vuelve crucial en un mundo donde la virtualidad es inescapable.
Mientras tanto, el área curricular no ha quedado ajena a estos cambios. Aprendo en Línea, una iniciativa del Ministerio de Educación, nació como respuesta a la necesidad de ofrecer materiales pedagógicos de acceso universal. Aunque inicialmente se centraba en el contenido escolar, hoy se expande con recursos para el desarrollo de habilidades transversales, entendiendo que el aprendizaje no termina en las materias tradicionales.
Elige Educar ha puesto en el foco el rol del profesorado como agentes transformadores. Durante la pandemia, quedó en evidencia la importancia de un cuerpo docente capacitado y motivado. El desarrollo profesional continuo, así como el reconocimiento a su labor, aparecen como temas ineludibles para asegurar una educación de calidad.
Por otro lado, el regreso a la presencialidad también ha planteado nuevos interrogantes. El aula tradicional, con su disposición lineal y jerárquica, ya no responde a las necesidades de un mundo cambiante. Modelos educativos alternativos, que promueven el pensamiento crítico y la colaboración, están siendo explorados en diferentes regiones del país.
En el ámbito legislativo, la Biblioteca del Congreso Nacional ha avanzado en la creación y reforma de leyes que respaldan estos nuevos desafíos. Las normativas deben acompañar la innovación, protegiendo los derechos de todos los actores del sistema educativo y asegurando que cada niño y niña tenga su lugar garantizado en el siglo XXI.
En conclusión, el camino hacia una educación más equitativa, inclusiva y adaptativa es largo, pero se ha empezado a andar. La combinación de la tecnología, la capacitación docente, el apoyo de políticas públicas y la creatividad pedagógica son piezas clave en este rompecabezas. La pandemia ha sido un catalizador indeseado pero efectivo para que todos los agentes educativos en Chile piensen en el futuro con una mentalidad más audaz y transformativa.
Los desafíos de la educación en tiempos de pandemia y más allá de las aulas
